Llegó el primero a la meta y su único reconocimiento fue una medalla pesada, un lastre que desde entonces le llevaba a repetir una y otra vez la misma hazaña.
El saldo físico fueron unas rodillas lesionadas, tensiones musculares, desvanecimientos y una estantería llena de trofeos, emocionalmente la frustración y el vació desgarraban su pecho.
Y es que le enseñaron a competir pero no ha rendirse, por ello seguirá corriendo o mejor huyendo de aquello a lo que nunca ha sabido hacer frente, el fracaso.

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